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miércoles, 11 de noviembre de 2009

Dedicado a mis viejos, mis hermanos, por financiar emocional y económicamente todos mis sueños.
Era una calurosa tarde, de esas que suelen atormentar los sesos piuranos. Crucé el charco de agua que la lluvia había dejado a su paso en la Avenida Sullana, esta vez tenía que ser. Nunca la había visto, nunca había hecho una entrevista. Pensaba en mil maneras en cómo podrían tomar, ella y su familia, la penetración en su hogar de un adolescente desconocido que, grabadora en mano, trataría de arrancarle, como en muchas otras ocasiones con muchos otros desconocidos, algún valioso pas aje de la vida de su carismático hijo. Estaba ahí, sentada en una mecedora viendo pasar tantos fragmentos de su existencia, tomó aliento y logró pararse, me abrió la puerta. Buenas tardes, ¿en qué te puedo ayudar papito? Una sombra apareció en el umbral: era su hija, mi más próxima referencia. “Buenas tardes, le hablaba a su mamá acerca de una entrevista que deseo hacerle, me llamo Fernando Ríos, soy hijo de la profesora Sefelmira”. Una sonrisa cómplice, un mueble y una viejita risueña fueron suficientes. Atrás de nosotros, una gigantografía le acuñaba a la conversación una expresión más sentimental.

¿Doña María, señora María, doña Maruja, María, Maruja?
Llámame Maruja, me siento más cómoda.

¿A qué se dedicaban ustedes antes de la llegada de Makuko?
Mi esposo y yo nos dedicábamos a negocios, pequeños. El vendía fruta y verduras en un puestito del mercado; y yo hacía dulces en mi casa, luego los llevaba en fuentecitas al colegio[1]. Yo te soy bien franca hijito, no tengo estudios, pero a pesar de eso, yo quería ver a mis hijos hechos otras personas.

Por eso siempre, con mi esposo, luché bastante para sacarlos adelante. Bueno, yo no conocí a mi padre, él me dejó de siete meses de nacida, y en esa época no había plata ni para fotos (risas). Pero yo dije “Diosito mío, yo voy a tener a mis hijos, pero los voy a sacar adelante, entre los dos con mi esposo”. Las ventas no daban para vivir cómodamente, pero igual, a mis hijos nunca les faltó, nunca sufrieron en ese sentido, hasta ahora; como me dicen mis hijos “mamita, ¿y tú para qué trabajas ya?” (risas), pero yo pienso “si un día no tengo plata, ya diré, papito véndeme ese tarrito que tengo por ahí”; ¿pero si no? ¿qué voy a vender?[2]”. Mi hijito Manuel, el qué está en Lima[3], me dice “mamita, ¿por qué no dejas esa casa, te vienes para acá?[4]”, pero no hijito, yo les digo “no me quiten eso, porque para esto yo he luchado”. Y tengo los ánimos de quedarme en esta casita, porque aún siento que tengo fuerzas, mis fuerzas de jovencita, a pesar de mi enfermedad[5], y tú sabes hijito, que cuando uno sabe trabajar, no faltan los realitos en el bolsillo (piensa). Por eso me acuerdo, que cuando venía de gira mi Makukito, nos sentábamos y me decía “mamita, tú eres bien luchadora, como te quiere la gente”, “ay hijito, le decía, recuerda que yo nunca fui creída, y me da gusto que tú hayas aprendido eso”. Yo me acuerdo cuando venían aquí a comprarme, jóvenes hijito, ¡de la universidad!, me decían “mamita, tengo 20[6]”, “ya haber, qué quieres papito”, y les abría un higo, le ponía un poquito de manjar, quesillo; y como yo era bien juguetona (hasta ahora soy bien juguetona (risas)), les decía “ya pues hijitos, de aquí que venga alguien con bastante plata, le hago la cutra, de ahí saco los 30 que faltan” (muchas más risas). Pero ya no salgo, acá tengo doce años, doce años que ya no voy al mercado. Ya mi hijo me llamaba, me llevaba de paseo, a Chiclayo, Trujillo, a Lima también, bien bueno era mi hijito (lágrimas)[7]. (…)

Considerando la responsabilidad que le tocaba por ser primer hermano, ¿cómo fueron los primeros años de Alberto?
Él entró al Rosales en 1960, de ahí hasta el 66, que siguió su secundaria en el López Albújar. Cuando estaba churrito[8], de unos diez años más o menos, habían señoras que iban al mercado, y él estaba a la expectativa, “señora, le ayudo con el bolso” les decía, y él les cargaba los paquetes; y habían señoras bien buenas, a mi Makukito se lo llevaban

en su carro, ya en la tarde mi hijito llegaba bien contento a la casa, ¿qué tienes papito? le preguntaba, “mira mamita lo que me han regalado”, le daban juguetes, comidita, cinco realitos, bien lindo era mi hijito, las señoras cómo me lo querían.

Y más o menos, ¿a qué edad comenzó a mostrar su talento?
¡A los doce! Mira, él estaba en el López Albújar, entonces el finadito[9] Juan Lozada (ánimas benditas, que sigan perdonando sus pecados[10]), fue un sábado a mi puesto, un bajito era, y me preguntó: “señora Marujita, ¿qué es de su hijo, el gordito, el que estudia en el López?”, “está en la casa, está haciendo unos trabajos, de sus estudios”, y se despidió de mi. Entonces, yo llegué a mi casa, porque poco lo conocía al señor, y le dije a mi esposo “viejo[11], viejito, un señor chiquito, con sobrerito, viene a buscarlo a mi Cholito”[12], “¿cómo es él?” me preguntaba, ya yo le explicaba y el sacaba quien era, “ah ya, sí, si lo conozco, es de La Arena, tiene su orquestita en San Martín”, y yo le preguntaba a mi Cholito “papito, ¿quién es ese señor que todos los sábados va a preguntar por ti al puesto?”, él se reía[13] y me decía “sí mamita, es que sus hijos estudian conmigo, y a veces está un poco mal y yo le voy a ayudar”, pero mentira, el señor se lo robaba para hacerlo ensayar. Una vez me acuerdo que unos amigos de mi hijo que viven acá en la esquina[14], vinieron a la casa corriendo “señora Marujita, venga corra para que vea al Cholito, está que canta en canal 2[15]”, “muchachos, están locos ustedes, ni en el baño canta”, y no podía salir, porque estaba haciendo los dulces y se podían quemar, y a mi me podía dar un aire[16]. Pero ya, pasaba, y él llegaba del colegio, le preguntaba “Cholito, la gente está que se vuelve loca, ¿por qué vienen a decirme que sales cantando en canal 2, en el Teatro Municipal[17]?”, “mentira mamita, no les haga caso”. No sabíamos nada de eso. Yo iba al mercado, entraba tempranito, y ya estaban mis amigas ahí, me abrazaban bien fuerte, “qué tienen muchachas de mierda[18], ¿’tan locas o qué?, ¡si no es mi cumpleaños!” (risas), “no Marujita, te queremos felicitar por tu Cholito, ¡conocido se está haciendo!”. Yo venía y le comentaba a mi esposo “viejito, la gente se está volviendo loca, me felicitan por el Cholito, me dicen que está cantando en el Variedades[19], en el cine El Sol, en el Municipal”, y mi hijito me decía que no les haga caso, que me estaban mintiendo, me mentía el bandido.
"...yo llegué a mi casa, porque poco lo conocía al señor, y le dije a mi esposo “viejo, viejito, un señor chiquito, con sombrerito, viene a buscarlo a mi Cholito”, “¿cómo es él?” me preguntaba, ya yo le explicaba y el sacaba quien era, “ah ya, sí, si lo conozco, es de La Arena, tiene su orquestita en San Martín”, y yo le preguntaba a mi Cholito “papito, ¿quién es ese señor que todos los sábados va a preguntar por ti al puesto?”, él se reía y me decía “sí mamita, es que sus hijos estudian conmigo, y a veces está un poco mal y yo le voy a ayudar”, pero mentira, el señor se lo robaba para hacerlo ensayar."






Para ese momento, ¿él qué edad tenía?
Si no me equivoco… catorce años.[20] Yo recuerdo que una vez, ahí mi hijito tenía 16 o 17 años, no recuerdo bien[21], para el día de la madre yo también trabajaba, por ejemplo yo vendía panetones, dulces, licor, tortas, la gente iba al puesto y separaba sus cositas cuando habían fiestas, ya luego iba yo a entregar esos productos; ese día yo sólo iba a ir a entregar pues, y, me acuerdo, ese día tempranito mi hijito me abrazó y me dijo “no vayas mamita a trabajar, quédate acá”, yo le digo “tengo que entregar negocio”, y así, le dije “ya mi hijito, entrego hasta el mediodía, de ahí vengo”, y así fue pues, llamaba a la gente, les decía que tenía que correr porque me había llamado un familiar urgente, les mentía pues (risas), iban a la carrera a recoger. Llegué a la casa y me abrazó bien fuerte, y no sé que pasó que tuve que salir, “no te demores mamita” me dijo, al toque[22] no más, hijito, cuando regresé… todo me había sacado de la sala, Avemaríapurísima[23] dije, “hijito, ¿para qué me has sacado todo hijito?”[24], con mi esposo nos asustamos, “nos vaya a traer mujer y está sacando para acomodar” pensaba yo (risas), “mamita, tu no vas hacer nada, nada mamita” me dijo; se fue al mercado, y regresó con varias canastas, llanecitas hijito, de todo traía, vino con tres mozos, había pescado, arroz, de todo, todo lo que era para una fiesta. “Ay señor lindo, dame fuerzas” (risas), llegó una camioneta ploma, cargadita de cosas, venía cocinera, gente para ayudar, y él tomaba la hora a cada momento, de ahí se fue, eran como la 1 de la tarde, y llegó una camionetita[25] con toda una orquesta, mi hijito iba adelante, yo le decía a mi esposo “ay Diosito, no lo hagamos quedar mal, no importa, si es de pagar, yo pago pues”. Ya, armaron la orquesta y a mi me pusieron de espalda, yo me preparaba, me iba afilando, ¡para no acobardarme pues! Y don Juancito Lozada, el dueño, me dijo “señito, yo voy a bailar con usted, pero no se volteé”, uy yo, jugando, le dije “¡qué!, seguro me quieren sacar una foto de atrás, ¿no? (risas), y me acuerdo que tocaron la primera canción que ellos habían ensayado así para los bailes, “Enfermera”[26], y yo bailaba, ¡pero no me dejaban voltear a ver!, y en eso me di la vuelta… ¡era mi hijito!, qué emoción papito te lo juro, nunca lo había escuchado antes, lindo lindo cantaba[27]. Yo decía siempre, seguro alguien me ha de salir cantante, porque yo tengo familia cantante[28], y él desde chiquito ya, me acuerdo que acá, con unos amiguitos de esta calle[29], se sentaban afuera, 7 años tendrían, y agarraban calabazos y los templaban con ligas, y con eso tocaban, y mi hijito cantaba con un calabazo de esos largos, esa fue su primera orquesta[30].
"...don Juancito Lozada, el dueño, me dijo “señito, yo voy a bailar con usted, pero no se volteé”, uy yo, jugando, le dije “¡qué!, seguro me quieren sacar una foto de atrás, ¿no? (risas), y me acuerdo que tocaron la primera canción que ellos habían ensayado así para los bailes, “Enfermera”, y yo bailaba, ¡pero no me dejaban voltear a ver!, y en eso me di la vuelta… ¡era mi hijito!, qué emoción papito te lo juro, nunca lo había escuchado antes, lindo lindo cantaba."
Me acuerdo que una vez, al puesto llegaron unos señores de canal 2, compraron algunas cositas y se fueron, y se les quedan unas llaves; por emisora comenzaron a llamar preguntando por las llaves, decían que quien las encuentre que dé aviso. Yo le dije a “Nene”[31] cuídame un ratito el puesto, los vayan a castigar por perderlas[32], y tomé un taxi, llegué al canal, hijito, ¡de verdad me habían tomado la foto de espaldas! (risas). Me habían hecho lo de la llave para regalarme esa foto. La habían ampliado, en un cuadro, grandaza.

¿Cómo era Makuko como estudiante? ¿alguna anécdota?
Muy bueno hijito, cuando salió del 229 lo felicitaron, era muy respetuoso, amiguero, educado. Me acuerdo que él, a veces habían pleitos en el colegio, como todo joven pues, y a él no le importaba que lo trataran de “maricón”, pero el se salía de la pelea, no les hacía caso (risas), nunca me vino golpeado ni nada. Una vez si, ese bandido, yo estaba yendo para el puesto, y lo encontré en una esquinita, abrazado estaba de una muchacha, para eso él tenía 12 años (risas), yo le dije “papito, muy chiquillo estás para esas cosas, ¿qué edad tiene la muchacha?”, “mi edad mamá, pero mamita, ¿qué edad tenías cuando te enamoraste?”, quince años tenía pues papito –me confiesa en voz baja-. Y para que la churre, buenísima salió, hasta el día de hoy está pendiente de nosotros. Me acuerdo para cuando mi hijo falleció, ella se enteró, vino con su esposo, sus hijos. Nos acompañó bastante acá. Ella fue la que lo recibió en Lima (lágrimas).
(…)







Su paso por Agua Marina es casi desconocido, cuénteme un poco de eso
Si, el estuvo ahí para cuando murió su papá[33], él estaba en Agua Marina, pero fue una época corta. Antes había estado en Brisa Marina, igual en Sechura. Recuerdo que una de esas mañanas, el me dijo “reinita, me voy a Sechura”, yo me había ido al puesto, ya había abierto, y cuando veo a mi hijo, el menor, atrás de mi, “qué pasa muchacho, ¿me estás siguiendo?”, “no mamita, van para la casa, mi papá está mal”, soltó el llanto, un señor de mi confianza me cerró el puesto, me fui para la casa, de ahí a la Clínica Miraflores, en mis brazos murió, él también murió rápido[34].

¿Cómo tomó Makuko las responsabilidades familiares?
Ay mi hijito, cuando mi viejito fallece, como mi hijo menor tenía dieciséis años, Makukito nos dijo “no se preocupen, yo voy a luchar para que salgamos todos adelante”, “hijito, tu no tienes trabajo seguro”, él no tenía nada estable todavía, “no viejita, acuérdate de mi, te vas a sentir orgullosa de mi”, me abrazaba y lloraba, en esos días fue que grabó el sanjuanito, se lo dedicó a su papá[35], triste fue todo eso (lágrimas).









Armonía 10 aún no era muy conocido…
No, aún no. Cierta vez, Walter Lozada[36] nos envío un motor para la luz[37], mi hijo estaba por Sechura cantando[38], y él si, en ese sentido era bien nervioso, estaba bien molesto, que por qué habían hecho eso, ya luego Walter lo volvió a llamar[39].

No existe un registro de la orquesta, sino hasta la publicación de su primer elepé, en 1983. ¿Qué fue de la vida de Makuko y la orquesta durante la década del setenta?
Hasta antes de 1983 a él lo llamaban para presentaciones, de manera temporal. Entonces él se sentía indignado, molesto, le incomodaba que lo dejasen de lado a pesar de haber venido desde “Los Blanders”[40]. Ya él en un momento decidió no ir, Walter lo llamaba y él no respondía, ya no iba[41]. Ya después se arreglaron las cosas, ahí fue que grabó el primer disco[42].

¿Cuánto cambió la vida de Makuko después de empezar a cantar a nivel profesional?
Bastante, él grabó con su compadre Juancito[43] el primer disco de 33[44], luego, el año siguiente el señor murió, me acuerdo que fue para cuando se quemó el mercado, cuando a él lo estaban velando nosotros ya estábamos afuera, sin nada nos quedamos. Ahí fue pues que mi hijo saco la canción “Se quema el mercado”, ahí dice “para mi viejita… donde las cadenas rotas” y todo eso, es que a mi se me quemaron todas mis joyas ahí[45]. A él se lo llevaron a su tierra, él era de La Arena. Luego volvió a salir, seguía sin sentirse cómodo, ahí fue pues que estuvo por Sechura cantando, lo que te conté.

¿Quieres toda la entrevista? Descárgala aquí.

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